Tanto es que somos prisioneros del lenguaje que, los dogmas de las defensas retóricas del argumento se replican en la forma que pensamos día a día, el método descalificación-confirmación es el más recurrente de estos dogmas, se busca el error en el argumento contrario para reafirmar el propio, el problema surge cuando comienza a usarse para descalificar indiscriminadamente. Alguien que ha optado por este dogma como una forma de pensamiento usará siempre la descalificación del contrario antes de que exista un argumento, solemos verlos negar ante la existencia de la palabra, en un punto comienza a creerse que, para permitir la existencia propia es necesario negar la del otro.